Nuestra
tarea es aprender, llegar a ser divinos a través del conocimiento.
Sabemos tan pocas cosas… Gracias al conocimiento nos acercamos a Dios, y entonces podemos descansar. Después volvemos para enseñar y ayudar a los demás.
Sabemos tan pocas cosas… Gracias al conocimiento nos acercamos a Dios, y entonces podemos descansar. Después volvemos para enseñar y ayudar a los demás.
Prólogo
He recorrido un largo camino desde el día en que me di cuenta de que la vida
humana es algo más maravillosa y más profunda de lo que me había hecho creer
mi rigurosa formación médica.
Cuando conocí a Catherine, la paciente cuya historia se cuenta en mi primer
libro, “Muchas vidas, muchos maestros”, ya había publicado varias decenas de
trabajos científicos y adquirido reconocimiento internacional. Con ella
entré en contacto, en forma repentina y sorprendente, con lo espiritual. De
modo inexplicable, Catherine empezó a revivir lo que parecían recuerdos de
vidas anteriores. Y lo que es más, todos sus síntomas clínicos mejoraron a
través de ese proceso de regresión. Empecé a descubrir la armonía existente
entre ciencia e intuición, y mi vida también cambió.
Hoy sabemos que por sí solas, la tecnología y la ciencia son incapaces de
resolver nuestros problemas. Sólo cuando se emplean con iluminación y
sabiduría puede ayudarnos de verdad. Tenemos que encontrar el equilibrio
adecuado, y el amor es la piedra sobre la que se basa el equilibrio.
En Los mensajes de los sabios me he referido a la energía común a todas las
experiencias metafísicas: la reencarnación, la naturaleza del alma, la
curación, los dones de los médiums y, sobre todo, a la increíble sabiduría
de los Sabios, seres que parecen existir en el ‘otro lado’ de esta vida.
Las ideas y conceptos contenidos en sus mensajes son como semillas
singulares que han crecido y madurado en mi mente a lo largo de los años
hasta convertirse en preciosas flores.
Este pequeño libro está integrado por una selección de textos contenidos en
esa obra, que espero sirvan a los lectores como fuentes de reflexión e
inspiración en su búsqueda de lo realmente importante: el crecimiento
espiritual, la alegría, la paz, la vida eterna… y sobre todo, recordarles el
poder del amor, porque sólo el amor es real.
¿QUÉ ES EL AMOR?
El amor es la respuesta de a todo.
El amor no es una abstracción,
sino una energía de verdad.
Empieza a entrar en contacto con Dios en tu interior.
Siente el amor.
Expresa el amor.
El amor disuelve el miedo.
Cuando se siente amor no puede temerse nada.
Como todo es energía,
y el amor abarca todas las energías,
todo es amor.
Nuestros corazones conocen el camino de la
felicidad y la paz interior.
Prácticas espirituales
como la meditación y la oración
nos recuerdan lo que ya sabemos.
Cuando nos olvidamos
del mensaje de nuestro corazón
y caemos en la rutina y en los baches de la vida,
nos sentimos insatisfechos y desdichados.
Nuestra perspectiva está borrosa,
hemos olvidado nuestro plan de vida,
nos hemos perdido.
El remedio es sencillo.
Dedica tiempo a recordar tu divinidad,
tu naturaleza espiritual.
Recuerda por qué estás aquí.
La meditación es una forma
de despertar la memoria.
La meditación
es el arte de poner la mente en blanco
para acallar la cháchara perpetua
que normalmente llena nuestra conciencia.
En la tranquilidad de la mente silenciosa,
empezamos a ser observadores,
a tomar distancia y,
con el tiempo y la práctica,
a darnos cuenta de que existe
un nivel de conciencia superior.
Dentro de nuestras formas humanas
hay un ser espiritual.
Nuestra parte espiritual nunca muere.
Jamás perdemos a nuestros seres queridos.
En realidad,
todos los seres humanos estamos conectados…
para siempre.
Cuando tenemos experiencias espirituales,
casi siempre evocamos la energía del amor.
Esa forma de amor es incondicional, absoluta e ilimitada.
Es como un impulso de energía pura,
una energía que también posee atributos de gran fuerza,
como la sabiduría, la compasión,
la eternidad y la conciencia sublime.
El amor es la energía más básica y dominante que existe,
Es la esencia de nuestro ser y nuestro universo.
Es el componente fundamental de la naturaleza
que conecta y une todas las cosas, a todas las personas.
La energía del amor es, en potencia,
más fuerte que cualquier bomba
y más sutil que cualquier hierba.
Lo que sucede es que aún no hemos podido aprovechar
esa energía tan básica y pura.
Cuando lo consigamos, podrá darse una curación
en todos los niveles, individualidad planetaria.
Nuestras almas siempre se sienten atraídas hacia el amor.
Cuando comprendamos de verdad el concepto
de que el amor es energía que lo abarca todo
y que su impulso curativo puede transforma con rapidez
nuestros cuerpos, mentes y almas,
superaremos nuestros males y nuestros dolores…
Dios es paz. Dios es amor.
No hemos olvidado de que,
Puesto que hemos sido creados a imagen divina,
Dios está en nuestros corazones y somos criaturas de paz, seres de amor y
divinidad.
Sólo hay una religión, la del amor.
Sólo puede haber una, porque sólo hay un Dios,
el Dios de todos nosotros.
Tenemos que amarnos los unos a los otros, porque el amor es el camino.
De lo contrario nos condenaremos a repetir curso tras curso, hasta que
aprendamos la lección del amor.
Sólo si nos deshacemos de nuestros miedos,
si vemos a la gente de otras religiones como iguales,
como almas como nosotros
que van camino del cielo, podremos
amar en un sentido auténtico, incondicional.
Todos somos lo mismo.
Todos remamos en la misma galera.
En nuestras muchas reencarnaciones,
hemos sido de todas las religiones, de todas las razas.
El alma no tiene raza, o tiene religión.
Sólo conoce el amor y la compasión.
Todos somos seres divinos.
Hace miles de años que lo sabemos,
pero nos hemos olvidado.
Y para volver a casa
tenemos que recordar el camino
Como los radios de una rueda de bicicleta,
todos los caminos indicados por las grandes religiones
llevan al mismo centro,
a la devoción y la iluminación.
No hay un camino mejor o peor que otro.
Hay grandes verdades, belleza y sabiduría
en todas las grandes tradiciones religiosas.
No es necesario que abandonemos nuestra tradición.
Al fin y al cabo, unas prefieren las rosas,
y en cambio a otros les gustan más
las flores silvestres o los girasoles.
Todas tienen su belleza propia
y Dios hace que el mismo sol las ilumine,
que la misma lluvia las alimente.
Son distintas, pero todas son especiales.
La lluvia cae sobre malas hierbas
igual que sobre las flores,
y el sol brilla en las cárceles
igual que en las iglesias.
La luz de Dios no discrimina,
y tampoco la nuestra debe hacerlo.
No hay un único camino,
una única iglesia,
una única ideología.
Sólo hay una luz.
Cuando caen las barreras,
todas las flores pueden florecer juntas
en un jardín de esplendor sin igual,
un paraíso terrenal.
que somos inmortales y que existimos siempre en un vasto mar de energía es
la clave para llegar a la alegría y a la felicidad.
En ese mar energético, toda una serie de espíritus que están para ayudarnos
nos conducen por el sendero de nuestro destino, nuestro viaje evolutivo
hacia la conciencia de Dios.
No competimos con ninguna otra alma: nosotros tenemos nuestro sendero y
ellos el suyo.
No se trata de una carrera, sino de un viaje que emprendemos juntos hacia la
luz de la conciencia.
Las almas que han progresado o evolucionado más tienden una mano con amor y
compasión a las que se han quedado atrás.
La última alma que completa su trayecto no vale menos que la primera.
Todo es crecimiento y aprendizaje, un crecimiento continúo.
El cuerpo no es más que un vehículo que utilizamos mientras estamos aquí.
Lo que perdura eternamente es el alma y el espíritu.
Nuestras almas existen en una corriente de amor energético.
Nunca nos separamos realmente de nuestros seres queridos, aunque nos
sintamos alejados y faltos de amor.
Olvídate del pasado. Ya no volverá.
Aprende de él y déjalo en paz.
La gente madura y cambia constantemente.
No te aferres a una imagen ilimitada,
desconectada y negativa de
una persona en el pasado.
Mírala como es ahora.
Tu relación con los demás esta siempre viva, siempre en continuo cambio.
Cuando las religiones hablan de la naturaleza de Dios, siempre se menciona
el amor.
Eso se cumple en todas las religiones y nos une a todos.
Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y Dios está dentro de
todos.
Nuestra naturaleza básica se basa en el amor, la paz, el equilibrio y la
armonía.
Nuestra esencia innata es compasiva, cariñosa y buena.
No nos hace falta aprender qué son el amor y el equilibrio, la paz y la
compasión, el perdón y la fe.
Los conocemos desde siempre.
Anhelamos la Ilusión de seguridad,
en lugar de la seguridad de la sabiduría y el amor.
La verdadera seguridad
deriva de la paz interior
y del conocimiento de nuestra esencia auténtica,
que es espiritual.
En realidad nada puede hacernos daño,
porque somos inmortales y eternos,
porque somos seres espirituales,
no cuerpos físicos,
porque siempre hay quien nos ama y nos protege,
porque nunca estamos solos,
porque Dios
y todo un ejército de seres amorosos
nos protegen siempre,
porque todos tenemos la misma esencia.
Así, pues, no hay por qué tener miedo.
Esta verdad
es el secreto de nuestra seguridad y de nuestra alegría.
Eres un carpintero
que está construyendo su hogar espiritual.
¿Cuántos martillos hacen falta
para levantar tu hogar espiritual?
¿Qué es mejor, mil martillos o uno perfecto?
Lo que cuenta es la calidad de la casa,
no cuántos martillos tiene el carpintero.
Dedicamos demasiado tiempo
a acumular martillos
y no el suficiente
a construir nuestro hogar espiritual.
en lugar de la seguridad de la sabiduría y el amor.
La verdadera seguridad
deriva de la paz interior
y del conocimiento de nuestra esencia auténtica,
que es espiritual.
En realidad nada puede hacernos daño,
porque somos inmortales y eternos,
porque somos seres espirituales,
no cuerpos físicos,
porque siempre hay quien nos ama y nos protege,
porque nunca estamos solos,
porque Dios
y todo un ejército de seres amorosos
nos protegen siempre,
porque todos tenemos la misma esencia.
Así, pues, no hay por qué tener miedo.
Esta verdad
es el secreto de nuestra seguridad y de nuestra alegría.
Eres un carpintero
que está construyendo su hogar espiritual.
¿Cuántos martillos hacen falta
para levantar tu hogar espiritual?
¿Qué es mejor, mil martillos o uno perfecto?
Lo que cuenta es la calidad de la casa,
no cuántos martillos tiene el carpintero.
Dedicamos demasiado tiempo
a acumular martillos
y no el suficiente
a construir nuestro hogar espiritual.
El amor lleva a la comprensión.
La comprensión lleva a la paciencia.
Y entonces se detiene el tiempo,
y todo pasa aquí y ahora.
La comprensión es lo que cura,
y a través de ella
se renueva eternamente el amor
y se manifiesta.
Al ir comprendiendo
nos deshacemos de los miedos.
Al ir deshaciéndonos de los miedos,
desaparecen los obstáculos
que nos impiden alcanzar el amor
y éste fluye con libertad
en nuestro interior y entre nosotros.
En nuestra vida terrenal,
es difícil recordar que somos almas
y no simples cuerpos físicos.
Constantemente nos distraen
las ilusiones y desilusiones de este mundo.
Nos enseñan que el dinero, el poder,
y el prestigio y las posesiones materiales
son de suma importancia
y a veces incluso el motor
de nuestras vidas.
Nos enseñan que para ser felices
tenemos que lograr que los demás
nos aprecien y nos respeten.
Estar solo, nos dicen, es ser desgraciado.
que nunca se separan energéticamente
de los que aman.
Tenemos almas gemelas
y familias espirituales que son eternas.
Los espíritus guardianes
nos guían y nos aman siempre.
Nunca estamos solos.
Al morir no nos llevamos
las ‘cosas’ que poseemos.
Nos llevamos nuestros actos y nuestras obras,
Los frutos de la sabiduría de nuestro corazón.
Cuando despertamos a la idea
de que todos somos seres espirituales,
cambian nuestros valores.
Y por fin podemos ser felices y estar en paz.
Hay mucha belleza,
mucha verdad y amor a nuestro alrededor,
pero muy pocas veces nos tomamos las cosas
con la suficiente calma para apreciarlos,
como para darnos cuenta.
A veces hace falta
que suframos una gran pérdida
para recordar la belleza y el amor que nos rodean,
pero solemos olvidarnos pronto y caer en la rutina.
Tomemos las cosas con calma.
Gocemos de los frutos de este magnífico jardín.
Este mundo se te entrega
como un jardín de gran hermosura.
Si no gozas de sus frutos
reduces su belleza.
Ser feliz y divertirse no es malo,
ni es pecado, ni algo poco espiritual.
Al contrario: no avanzarás
hasta que aprendas a estar alegre.
Sé más espiritual.
Dedica más tiempo a rezar, a dar, a ayudar a los demás, a amar
Hazte voluntario y expresa generosidad y amor.
Despréndete del orgullo, del ego, del egoísmo, de la rabia, de la culpa, de
la vanidad y de la ambición.
Pasa menos tiempo acumulando cosas,
preocupándote, estancado en el paso o en el futuro.
Aléjate de la violencia y los violentos.
No aceptes ninguna idea antes de contrastarla con tu sabiduría intuitiva.
¿Es algo que fomenta el desarrollo del amor, de la bondad, de la paz y de la
unidad?
¿O algo que promueve la separación, la división, el odio, el egocentrismo y
la violencia?
Eres inmortal.
Estás aquí para aprender, para saber más, para ser divino.
Lo que aprendas aquí seguirá contigo cuando mueras.
No podrás llevarte nada más.
Es así de sencillo.
El reino de los cielos está en tu interior.
Deja de buscar gurús.
En vez de eso, búscate a ti mismo.
No tardarás en encontrar a tu verdadero hogar.
No morimos
cuando muere nuestro cuerpo físico.
Una parte de nosotros
sigue existiendo.
Espíritu, alma, conciencia.
Es como atravesar un umbral
para entrar en otra habitación mayor,
más luminosa.
Por eso no tenemos que temer.
Siempre nos rodea el amor.
Nuestros seres queridos no nos abandonan nunca.
Todos somos almas hermosas e inmortales.
Estamos en un cuerpo durante un tiempo,
pero nuestra esencia no es ese cuerpo.
No todo el mundo
nace con el talento de un virtuoso del piano
pero, con lecciones, con práctica
y con mucho esfuerzo
podemos aprender a tocar alguna cancioncilla.
Lo mismo sucede
con el desarrollo de los procesos intuitivos.
Todos llegaremos a comprender que la sabiduría está en nuestro interior y,
al ir recordando, practicando y teniendo acceso a esa sabiduría nos
convertiremos en los mejores maestros que podamos tener.
Llegados a este punto, encontramos paz y alegría en el presente, porque de
lo que se trata es de cómo vivimos en la vida ahora, siendo espirituales,
sin fijarnos en lo que nos han enseñado que tenemos que creer.
Al ir despertando, los espíritus nos cantarán
sus canciones de amor
directamente al oído.
Sin amor y sin Dios no hay nada.
Dios no exige nuestro respeto.
Insistimos en personificar a Dios
a pesar de que sabemos
que está mucho más allá de lo que
somos capaces de conceptualizar.
Dios no tiene sexo.
Ésa es otra personificación.
Dios no tiene religión.
En el fondo de nuestro corazón todos lo sabemos.
Dios no tiene raza.
Dios lo es todo,
una energía de amor
que posee una sabiduría
y un poder incomprensibles.
Todos estamos comprendidos en Dios,
porque él está en todos y cada uno de nosotros,
es la sustancia de nuestro ser.
Es muy humano desear signos
y mensajes inmediatos.
Sin embargo, para escuchar
hay que saber hacerlo,
y para saber
hay que dedicar tiempo a aprender.
Si lo practicas el silencio
el viaje interior,
si te das tiempo para escuchar
y crear el espacio para escuchar,
serás capaz de oír.
Serás capaz de ver los signos
y recibir los mensajes que esperas.
Al mismo tiempo,
desarrollarás el arte de la paciencia.
La paciencia y la oportunidad…
Todo llega cuando tiene que llegar.
Una vida llega cuando uno puede vivirse sin prisas,
no puede ajustarse a un calendario.
La vida no tiene final, nunca morimos.
Nunca hemos nacido de verdad.
Lo que sucede
es que pasamos por distintas fases.
No existe un final.
Los seres humanos tenemos
muchas dimensiones
pero el tiempo no es como lo vemos,
sino que se compone de lecciones
que se van aprendiendo.
Sólo el amor es real.
El amor es una energía de increíble poder y fuerza.
Todos estamos hechos de esa energía.
El amor es algo absoluto.
El amor no termina nunca, no se detiene nunca.
La forma más pura es el amor incondicional, el que no espera nada a cambio.
El amor no termina nunca, no se detiene nunca.
La forma más pura es el amor incondicional, el que no espera nada a cambio.
Escuchemos nuestras intuiciones y no
dejemos que nuestros miedos influyan en los murmullos de nuestro corazón.
Vivamos la libertad de amar sin reprimirnos, sin reservas, sin condiciones. No tengamos miedo. Somos inmortales, espíritus eternos, y somos siempre amados. De hecho, somos amor.
Brian Weiss
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