sábado, 18 de febrero de 2012

CONCIENCIA DE UNIDAD

"¿Cuándo comprenderemos los humanos que no somos individuos separados,
sino que formamos parte del gran cuerpo de Dios del cual representamos una célula cada uno de nosotros? .Así pues, cuando nos portamos mal con nuestro prójimo pensando que es extraño y externo a nosotros, y que podemos maltratarlo impunemente, nos equivocamos. La verdad es que existe un vínculo entre todas las criaturas vivas, como existe un vínculo entre todas las células del cuerpo físico.
Cuando hacemos daño a los demás, aunque de momento no lo sintamos, también nos lo hacemos a nosotros mismos. De igual manera, cuando les hacemos el bien, es también a nosotros mismos a quien hacemos este bien. Sin duda todos habéis hecho la experiencia: si un ser al que amáis sufre o recibe golpes, es como si vosotros mismos recibierais esos golpes; y si le llega un acontecimiento agradable, os alegráis como si fuera a vosotros a quien esta felicidad hubiera llegado. ¿Por qué? Porque instintivamente, intuitivamente, habéis entrado en la conciencia de la unidad. Y esta conciencia de la unidad es el fundamento de la verdadera existencialidad.
La unidad del mundo consiste en su materialidad”. Esta frase sencilla expresa con exactitud la real existencia del Universo, como es la conexión universal de todos los fenómenos, sean sociales o naturales, del micro y macrocosmos.
Esta frase fue diseñada por la conciencia humana, que es parte de esa materialidad, lo que demuestra su capacidad para conocer el mundo y de transformarlo para un beneficio noble y común. Podría entenderse perfectamente que la Materia, a través de la conciencia humana, se conoce y se transforma a sí misma. La Materia en sus infinitos niveles de organización, conlleva en cada una de esas instancias distintos niveles de conciencia. La Conciencia es el principal atributo de la Materia que genera su auto desarrollo, movimiento y orden. Funciona en ella como su inteligencia. Se deduce entonces, que no hay materia sin conciencia, ni conciencia sin materia. Simplemente es un Ser Universal único, como somos cada uno de nosotros. En su vida y espiritualidad, nuestros pueblos originarios estaban alineados perfectamente con esta visión científica del mundo. La pachamama, es la aceptación familiar de la madre tierra. Estos pueblos siempre entendieron que los árboles, el río eran seres con conciencia propia. Hermano río, hermano árbol, hermana águila. Entendían y aplicaban la conciencia de unidad.


Neurológicamente, nos sintonizamos solamente con una parte de nuestra realidad corporal e ignoramos las grandiosas e innumerables comunicaciones que siempre vuelan, atrás y adelante, en el microscópico pero vital mundo celular.
En nuestros términos, los electrones son precognitivos, lo mismo que nuestra conciencia celular. La permanencia relativa de nuestro cuerpo en el tiempo depende del magnífico comportamiento del electrón, en la medida en que trabaja con probabilidades. La estabilidad de las células y su confianza en el entorno corporal depende de sus propiedades innatas de comunicación y decisión instantáneas, ya que cada célula esta en comunicación con todas las otras, y está unida a todas las otras a través de campos de conciencia en los cuales cada entidad participa, cualquiera que sea su grado.
A un nivel, las células obedecen a las normas del tiempo, pero en otros niveles, lo desafían. Todas estas comunicaciones forman parte de la parcela humana de la realidad y todas ellas existen bajo lo que llamamos conciencia normal. Los eventos no se construyen inicialmente sobre partículas físicas, ya que ellos son el resultado de una actividad psicológica.
En el inicio del universo, solo estábamos enterados de esa actividad psicológica, que aun no se había engrosado a sí misma para llegar a la forma. La forma estaba allí, pero no se había manifestado. En lugar de pequeñas partículas, teníamos pequeñas unidades de conciencia, construyéndose gradualmente a sí mismas en grandes unidades de conciencia.
Sin embargo, una pequeña unidad de conciencia no es “menos” que una unidad grande, ya que cada unidad de conciencia contiene dentro de sí misma la herencia innata de Todo Lo Que Existe.
Pensamos de la mente consciente como si fuera, solamente, un tipo de conciencia con una intención deliberada, con el conocimiento de sí misma, con capacidad lógica y con una apreciación del simbolismo. Esto nos parece cierto por nuestro rango particular de actividad y porque solo podemos escoger eventos que estén dentro de un espectro psicológico particular.
A los bloques que construyen la materia los llamamos Unidades de Conciencia. Ellos forman la materia física, tal como existe en nuestra comprensión y experiencia. Las Unidades de Conciencia también forman otras clases de materia que no percibimos.
Las Unidades de conciencia también pueden operar como “partículas” o como “ondas”. Cualquiera que sea la manera como operan, son conscientes de su propia existencia. Cuando las Unidades de Conciencia operan como partículas, construyen una continuidad en el tiempo. Toman las características de la particularidad. Se identifican a sí mismas estableciendo límites específicos.
Las unidades de conciencia toman ciertas formas cuando operan como partículas y experimentan su realidad desde “el centro de” esas formas. Se concentran o se enfocan en sus especificaciones únicas. Se convierten en algo individual.
Cuando las Unidades de Conciencia operan como ondas, sin embargo, no establecen límites alrededor de su propio conocimiento. Operando como ondas, las Unidades de Conciencia pueden estar, realmente, en más de un lugar al tiempo. Este material es un asunto más bien difícil de comprender. En su forma más pura, una Unidad de Conciencia puede estar en todos los lugares al mismo tiempo. Así que no tiene sentido decir que cuando opera como onda una Unidad de Conciencia es precognitiva y clarividente, puesto que tiene la capacidad de estar en todos los lugares y en todos los tiempos simultáneamente.
Las Unidades de Conciencia son los pilares de la materia física de nuestro cuerpo, de los árboles y las rocas, de los océanos y los continentes, y de la manifestación misma del espacio, tal como lo entendemos.
Las Unidades de Conciencia pueden operar como entidades separadas, como identidades; o pueden fluir conjuntamente como una fuerza, en una vasta y armoniosa ola de actividad. En realidad, las Unidades de Conciencia operan de ambas maneras todo el tiempo. Ninguna identidad, una vez “formada”, es jamás aniquilada, ya que su existencia forma parte indeleble de la “ola total de conciencia a la cual pertenece”.
Cada unidad “particularizada” va sobre el empuje continuo establecido por los campos de conciencia, a los que pertenecen tanto las ondas como las partículas. Cada una de estas unidades de conciencia contiene dentro de sí el conocimiento inherente a todas las otras partículas, ya que, en otros niveles, las Unidades de Conciencia están operando como ondas.
Básicamente, las Unidades de Conciencia se mueven más rápido que la luz, reduciendo su velocidad para formar la materia. Estas unidades pueden considerarse como entidades o como fuerzas y pueden operar como ambas. Metafísicamente, se pueden considerar como el punto en el que Todo Lo Que Existe actúa para formar nuestro mundo, el contacto inmediato de una infinita inspiración creativa, llegando al enfoque mental, a la metamorfosis de origen divino, que lleva el mundo físico a la existencia, partiendo de la realidad mayor del hecho divino.
Científicamente, también pueden considerarse las Unidades de Conciencia como los pilares de la materia. Éticamente, las Unidades de Conciencia representan espectaculares fundamentos del mundo para el desarrollo y logro de valores, ya que cada Unidad de Conciencia se relaciona con cada una de las otras, es una parte de las otras, y cada una participa en el “gestalt” de la experiencia mortal.

Recopilado de varias fuentes

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